La educación para la vida

Dña. Maria Montessori
Es el título del segundo capítulo de La Mente Absorbente de María Montessori. Aparte de algunas geniales comparaciones y metáforas como suele regalarnos, menciona a Gandhi y su idea de convertir la «defensa de la vida» en el centro de la educación. También cita a Claparede, el neurólogo y pedagogo suizo defensor de la educación activa y funcional. Habla de la educación obligatoria y del papel que debe desempeñar el Estado en la misma. Y hace un paralelismo entre la figura marxista del obrero y el niño constructor del hombre, muy gracioso ya que atribuye a los padres el papel de proveedor de los medios de producción; y en este contexto argumentativo termina predicando la revolución educativa, que será la última que atravesará la Humanidad.
En el primer capítulo del libro, llamado «El niño en la reconstrucción del mundo«, la Dra. Montessori nos demuestra, a modo de introducción, la importancia de la educación en los primeros años de vida, como forma de evitar los males y guerras que sacudían a la convulsa Europa de principios del XIX. Habla del maestro vigilante que la naturaleza pone en el interior del niño y lo preserva de la inteligencia humana para que ésta no pueda contaminar su personalidad mientras se forma de acuerdo a un programa preciso. Y también habla del Hombre Nuevo, como desarrollo del espíritu humano.

Pero entra más en materia en este segundo capítulo, del que destaco dos párrafos en especial, aunque de todos se puede sacar un mayor jugo.
– Actualmente, la educación, tal como se concibe, prescinde de la vida biológica y social a la vez. Todos los que entran en el mundo de la educación quedan aislados de la sociedad. Los estudiantes deben seguir las normas preestablecidas del instituto del que
son alumnos y deben adaptarse a los programas recomendados por el ministerio de educación nacional. Incluso en el pasado más próximo, las condiciones sociales y físicas de los estudiantes no se tenían en cuenta como hecho que pudiera interesar lo más mínimo a la escuela en sí. Así, si el estudiante se hallaba desnutrido, si tenía defectos de la vista o el oído que disminuían sus posibilidades de aprendizaje, todo ello era clasificado sin más
con calificaciones inferiores. Más adelante se consideraron los defectos físicos. pero sólo desde el punto de vista
de la higiene corporal, mientras que, aún hoy, nadie considera que la mente del estudiante puede hallarse amenazada
y sufrir daños a causa de métodos educativos defectuosos e inadecuados.
En este caso no se pronuncia sobre si es la biología y la sociedad la que debe acercarse a la educación o al contrario. Supongo que los que deciden educar en casa, lo entienden de esta última forma. Pero, ¿por qué no se puede desarrollar un ambiente basado en la biología y cercano al de la sociedad dentro del colegio? ¿Hay que hacer homeschooling en el aula (con los maestros actuando como padres), o es posible otro modelo?
Supuestamente la diversidad es la que hoy intenta corregir estas desigualdades sociales o físicas de las que habla Montessori, ya sean necesidades especiales de tipo mental, discapacidades físicas, e incluso últimamente vemos iniciativas para desventajas de tipo social, aunque se financien de forma alternativa (como las becas comedor). Pero en realidad, la diversidad así planteada lo que hace es intentar eliminar la diferencia, para hacer llegar a todos al mismo «programa recomendado». No promueve un programa específico para cada individuo, no le permite expresar la diferencia de forma desinhibida, no indaga en los aspectos positivos de la diversidad. Es decir, no es la diversidad enriquecedora de la vida real, sino la diversidad de la desviación con respecto a la norma ideal educativa.
– Por ello se fragmenta el cuidado de la personalidad humana: por un lado, la familia, que no forma parte de la escuela, sino de la sociedad, pero que vive aislada y descuidad o ignorada; por otro lado, la escuela, que también se halla apartada de la sociedad, y luego la universidad. No existe una concepción única, un esfuerzo social por la vida, sino fragmentos que se ignoran mutuamente.
La construcción social del conocimiento, por las interacciones entre los propios alumnos y con el medio, guiados por el maestro, debería poder imbricarse ensamblarse de alguna manera con la biología, permitiendo participar del programa de desarrollo individual.
Por ejemplo, en el modelo antiguo que describe Montessori, un alumno sordo (de nacimiento) habría suspendido en una asignatura de música, puesto que, efectivamente, no podría apreciarla ni estudiarla. Si le estuvieran preparando para la vida, no importaría que no lograra el mismo nivel de comprensión musical que sus compañeros, sino que su educación se basaría en aprender la lengua de signos, en las normas especiales de educación vial para sordos, en leer los labios y hacerse comprender por sus compañeros. Quizá en dejarle desarrollar alguna sensibilidad especial por otros sentidos como el gusto (cocina), el tacto (escultura) o la vista (pintura). ¿Qué clase de colectivismo insensato le hace cursar música y le suspende?
En asignaturas del catapúm se propusieron varias asignaturas que son las que deben preparar para la vida, impartidas a ser posible de forma flexible en el horario y en el calendario.