Diez señales de que debes buscar otra educación para tu hijo

Marcel Brunner (a quien agradecemos su cortesía) ha traducido del inglés el interesantísimo artículo de Jerry Mintz que enumera las diez señales de peligro que nos indican que la educación que está recibiendo nuestro hijo no es la adecuada para él. Aunque pudiera pensarse a primera vista, esto no es una mera crítica a la educación “convencional”: las escuelas libres o métodos alternativos pueden ser de la misma forma incompatibles con el aprendizaje o la felicidad del niño, pueden tener exigencias (o negligencias) que chocan con el tipo de educación que se da en casa, o simplemente pueden basarse en una inconsistencia pedagógica o metodológica igual o mayor que la de la escuela oficial.

Además de enumerar las diez señales, al final del artículo se da unas nociones de los distintos tipos de escuela que existen en EEUU, y se habla de otras opciones de escolarización como el homeschooling o el unschooling.

Entrando en materia, las diez señales sobre las que este experto en educación nos aconseja prestar atención son:

  1. ¿Dice tu hijo o tu hija que odia la escuela?

Si es así, probablemente algo esté funcionando mal en la propia escuela. Los niños son aprendices naturales, de hecho, cuando son pequeños, casi no se les puede impedir que paren de aprender. Si tu hijo dice que odia la escuela, hay que escucharle.

  1. ¿Le cuesta a tu hijo mirarle a la cara a un adulto, o tiene dificultades para relacionarse con otros chicos, ya sean mayores o menores?

Si es así, tu hijo puede haberse acostumbrado a interactuar sólo con sus compañeros y dentro de su propio grupo –lo cual es una práctica muy común en la mayoría de las escuelas- y con ello se puede perder incluso la capacidad de comunicarse con un grupo diferente o más amplio de niños y adultos.

  1. ¿Crees que para tu hijo son importantes las marcas o ponerse ropa de moda para ir a la escuela?

Esto es indicativo de que está aprendiendo un sistema de valores que prima lo externo en lugar de los valores internos, haciendo que para los niños sea más importante la comparación y la aceptación que los valores más profundos. 

  1. ¿Vuelve tu hijo del colegio cansado ​​y de mal humor?

Es indudable que un estudiante puede tener un día duro de trabajo en cualquier escuela, pero si ese agotamiento e irritabilidad es habitual, es un signo claro de que sus experiencias educativas no le aportan energía sino que le debilitan.

  1. ¿Vuelve tu hijo a casa quejándose de problemas y conflictos que han tenido en la escuela, o sobre ciertas situaciones injustas que ha tenido que soportar allí?

Esto puede significar que la escuela no enseña a sus estudiantes un método de resolución de conflictos y ni de diálogo. Muchas escuelas prefieren que las soluciones a los problemas las efectúen rápidamente los adultos, privándose a los niños de desarrollar la capacidad de discutir razonadamente sobre un conflicto dado.

  1. ¿Ha perdido tu hijo el interés en la expresión creativa, a través del arte, la música o la danza?

En el sistema tradicional, las áreas creativas a menudo son consideradas secundarias respecto de las áreas más “académicas”, y no son fomentadas tan ampliamente. Incluso hay asignaturas de estas áreas que directamente se han eliminado. Esta falta de interés en lo creativo provoca que se pierdan tanto el talento como las habilidades naturales de los niños.

  1. ¿Ha dejado tu hijo de leer o de escribir, y parece que solo le interesa divertirse? ¿Has notado que, respecto a su esfuerzo, hace lo mínimo en las tareas que trae del colegio?

Esto suele ser una señal de que la espontaneidad y la independencia de los estudiantes no se valoran en sus escuelas. Los niños tienen una inclinación natural a dirigir su propio aprendizaje; sin embargo, la presión que sufren los profesores para cumplir a rajatabla tanto con los contenidos de las asignaturas como con el modo de examinar, limita las capacidades de dichos docentes para fomentar precisamente esta inclinación. El resultado puede ser una creciente apatía o desgana hacia temas que antes eran emocionantes y la pérdida de la creatividad. 

  1. ¿Suele tu hijo posponer hasta el último minuto sus tareas?

Esta es una señal de que las tareas no están cumpliendo con las necesidades del niño o de la niña, quizá sea una tarea demasiada pesada o un trabajo rutinario de memorización, que está ahogando en el niño su curiosidad natural.

  1. ¿Vuelve tu hijo a casa contando algo emocionante que le haya pasado en la escuela ese día?

Si no lo hace, tal vez sea porque nada en la escuela es emocionante para él. ¿Por qué la escuela -y la educación- no puede ser divertida, emocionante y un lugar atractivo para el niño?

  1. ¿Os ha insinuado el Gabinete Médico o el Psicólogo del colegio que quizá tu hijo pueda sufrir algún trastorno de conducta, como el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, (TDAH) y que quizá haya que pensar en una medicación para él?

Desconfía de estos diagnósticos y piensa que gran parte del currículo escolar tradicional en estos días se basa en el control de la conducta. Si los requisitos que antes he comentado limitan la capacidad del maestro de involucrar a los estudiantes, si los estudiantes no están motivados para seguir sus propias pasiones y lo único que se les plantea es que se sienten durante cinco o seis horas al día con su atención e interacción personales limitadas, sugiero que es la escuela la que tiene la enfermedad, la llamaré DDE o Desorden por Déficit Educativo… y podría ser el momento en que plantees sacar a tu hijo fuera de esta situación.

 

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