Maria Montessori abrió su Casa dei Bambini el 6 de enero de 1907 en la calle Via dei Marsi del barrio obrero de nueva construcción de San Lorenzo, en Roma.

Ahora es un barrio universitario, al lado de la elefantiásica estación de Termini. Aquí es donde nació la pedagogía científica: con un grupo de entre 50 y 60 niños de 3 a 6 años, que en esa época no se escolarizaban en Italia, que ella accedió a «cuidar» para que no destrozaran el barrio mientras sus padres trabajaban (eufemísticamente, a petición del ministro de educación).

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Aún sigue funcionando como Escuela Infantil, está reconocido como lugar histórico por el Ayuntamiento de Roma (tienen unos paneles con datos y planos en la entrada, algo más modestos que los del Coliseo) y supongo que recibe la visita cada año de algunas decenas de «groupies» como yo, que van de peregrinaje espiritual.

El significado simbólico de la Casa dei Bambini es muy profundo para mi. Situémonos en el contexto: una sociedad con grandes diferencias económicas y culturales, que entraba en la industrialización en un ambiente prebélico, en la que el analfabetismo era mayoritario y la prioridad para gran parte de la población era subsistir  y esquivar la miseria. Con estos mimbres, llega una señora, experimenta un poco con unos cuantos niños pobres, y de repente estos se ponen a escribir y a leer como locos, antes de los 6 años. Para asombro (y escándalo) del mundo mundial. Es decir, dar a estas personas lo que necesitaban en ese momento hubiera sido ya un logro digno de elogio histórico, pero Montessori hizo algo mucho más sorprendente: convirtió a unos hambrientos en gourmets. No les dio pescado ni les enseñó a pescar, les convirtió en diferenciadores de beluga, osetra y sevruga.

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Por supuesto, el objetivo de la doctora no era que los niños aprendieran a escribir, mucho menos a edad tan temprana, mucho menos para conmocionar al mundo. Pero se propuso desarrollar las condiciones para que más tarde los niños pudieran escribir y leer sin problemas, en tres ámbitos (como es usual): la mano, la mente y el corazón. Para la mano, diseñó varias actividades para fortalecer la musculatura implicada en la escritura (la pinza, batir metales) y los sentidos lectoescritores (letras de lija, sonidos). Para la mente, introdujo el paso a la abstracción con el alfabeto móvil y las cajas de objetos, los comandos, las series clasificadas y todo el material propiamente de lengua (a mi me gusta especialmente el ambiente preparado en miniatura, ese prototipo de los SIMS). Y para el corazón, les leía incansablemente (puedo imaginarme su estilo teatrero, haciendo lectura interpretada), espoleaba su interés dejándoles mensajes escritos en la pizarra (tipo «Si puedes leer esto, ven y dame un beso») y, bueno, toda ella era un modelo de lo que una persona instruida y culta supone. En un momento dado, el adecuado para cada uno, y con estas condiciones de preescritura, el niño cogía un palito y sobre la tierra del patio escribía su nombre, o el de su madre, o «casa», «paloma», «hacha», entre gritos de emoción («¡Escribo, escribo!»).

Ambiente preparado en miniatura
Ambiente preparado en miniatura

Aunque he visitado la Casa en verano, y permanecía cerrada, me he asomado por la ventana, he pululado por el patio y el jardín, todavía rodeado de casas con ropa tendida en las ventanas y macetas y bicicletas, y me he disfrutado imaginando todos los pasos de esta Explosión de la Escritura y lo que debió suponer para aquellos niños.

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Para mi es uno de los actos más sonoros de liderazgo en educación: dedicarse a lo importante, no a lo urgente, para conseguir unos resultados espectaculares. Observar cuáles son las verdaderas tendencias de los niños, para dejarlas fluir, y descubrir que es cierto que todos llevamos un maestro interior, ya desde el vientre materno, que nos dirige a cubrir nuestras necesidades, y que si nadie interfiriese intentando imponer nada, todo adquiriría una dimensión de sentido. Y por último demostrar que el respeto tiene sentido, a cualquier edad y en cualquier situación.

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Después de la visita a Via dei Marsi me pasé también por la Opera Nazionale e incluso me hice fotos delante del Ministerio de Educación, pero esto ya más de gamberreo que otra cosa.

4 pensamientos sobre “Visita a la Casa dei Bambini de Roma y la Explosión de la Escritura

  1. Buen dia!como estas?
    Yo me encuentro estudiando en el profesorado para nivel inicial y dentro de unos dias viajo a Roma,este lugar que mencionas es una escuela?No permiten el ingreso a turistas para recorrerlo?

    saludos

    1. Buen día Valeria. La Casa actualmente funciona como escuela infantil del sistema público italiano, si vas en horario escolar, podrás solicitar que te dejen visitarlo, pero no te aseguro que te dejen. Yo estuve en verano y no pude ni pedirlo porque estaban de vacaciones. Te deseo mucha suerte. Saludos.

  2. Hola!
    Lo primero de todo me encanta tu articulo, ¡lo has bordado!
    Me gustaria preguntarte si sabes el nombre exacto de la escuela y un email donde poder solicitar una visita.
    Voy en pocas semanas a la ciudad y me encataria poder entrar.
    ¡Gracias!

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